domingo, 20 de octubre de 2013

ALAS

Él, sin embargo, seguía inmerso en la neblina obscura que lo reflotaba en aquel viaje a ninguna parte. Las turbulencias anunciadas por megafonía y destiladas con la sonrisa inane de la azafata, eran la expresión terrena del vaivén de sístoles y diástoles que le percutían el pecho al pensar que aquel vuelo, no era sino el deseo histérico de recuperar las alas, sus alas, que yacían cosidas al somier compartido que apenas unas horas antes regaba con su sudor y el de ella. Elixir digno de dioses sustituido ahora por una ridícula botella de ron dominicano. Señorita, otro por favor.

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