viernes, 30 de marzo de 2012

Autobús


Es quizá el único momento en el que me meto dentro hasta el fondo, me empapo, me zambullo, me enamoro, y me mezclo con los ojos, las bocas y los zapatos de los otros.
Rutina compartida que serpentea y se entrecruza cientos de veces, hormigas de carne y madera con quehaceres de metal que se esquivan.
En el mismo autobús, en este instante, asientos que asientan la tácita reconciliación con el mundo, palabras que viajan con billete de ida, sin vuelta prevista.
Señores con corbata, ancianos, mujeres con rizos y bebés rollizos que ríen, la música se refugia en auriculares, el hilo musical no suena, la miradas no miran, y en la antesala de cada parada bajan y suben pies que se contradicen, y huyen al revés por las aceras.

Y al otro lado del cristal, el mundo.

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