jueves, 31 de mayo de 2012

Los pétalos


Que paren los golpes
que me sangran los pétalos…
abajo las armas
que ya no me encuentro,
Se ha muerto
el pistilo
llorando de miedo.
Yo ladro ante tanto sabueso
con cascos opacos y
armazones de hierro.
Avivad los estambres
que vienen con fuego
desvestid las corolas
que nos vean el cuerpo
la piel, las pupilas
los poros, los nervios…
Acallad sus disparos
con el tallo de un derecho…
La raíz demócrata
de la flor del pueblo,
fotosíntesis inversa
una idea y un verso.
Que paren los golpes
que me sangran los pétalos…
y derramo la savia
la injusticia, la rabia
de la lucha que ahora
con sus voces desgranan.
No encuentro el sentido
al dictamen del necio.      
Que paren los golpes
que me salgo del tiesto.


martes, 29 de mayo de 2012

Viaje de ida


Bajo la piel húmeda y leve
de los ojos,
tras el aletear escabroso
de los pájaros,
en la competición agónica
de las gotas,
allí, lejos, te sigo viendo.
Se me hacen cuesta arriba las bajadas
y trepo cuando cuelgo de tus ramas
de mis ramas,
de nada.
Déjame al menos
explicar mi disléxica sintaxis
decirte sólo que no sé
decirte, sólo eso.
Que te fotosintetizan a la inversa
las amapolas de mi cerebro.
y las copas de vino están ya ebrias
cuando las beso,
y los insectos tullidos
salen, hoy, del bar ilesos.
¿y yo?
-Yo sólo eso
¿y tú?
Mejor seguir
zurciendo esculturas
de carne, y de hueso.
Víboras de lo incierto
Incertidumbre de tintineos.
Bajo lo poroso de la roca
la endurecida esponja del deseo
se deja exprimir dócil
y las lágrimas emprenden ya, su
noctámbulo viaje de ida.

domingo, 27 de mayo de 2012

Olas


A modo de roca me encuentro inmóvil ante la playa, el mundo sin embargo gira y gira sin tregua, ajeno a mi estado de pasajera estatua…
Observo las olas que no rompen, incluso aquellas que no son lo suficientemente grandes como para llamarse olas, vil y excluyente lenguaje; esas son mis preferidas, las minúsculas, las cobardes.
Van codeándose con gigantes de espumosas efervescencias que hallarán la orilla con avara inminencia mientras ellas, impotentes languidecerán en su diminuta cresta…
No saben sin embargo que yo las observo, y entiendo su miedo, su miedo a la orilla, su miedo a la muerte.


viernes, 25 de mayo de 2012

Cristal



Quizá nos esquiven los espejos al fracasar
o el cristal que nos contiene se oscurezca
puede que al alejar las bocas, nos rocemos los labios
y reblandecidas inermes nuestras manos
escupan la espuma que nos separa.
Tal vez al escribir consuma
la ceniza de todo lo que no fumo
y el vientre en cinta de la duda se juegue
a cara o cruz mi suerte.
Y el beso en la frente febril de los tiernos
enloquezca y le crezca hasta la lengua.
Tan solo el cuerpo que describo y ausculto
con cautela solidifica la lava del texto,
solo este caminar sin alma
maquilla todo lo que anhelo.
Y desemboco a la altura de mis pies,
sin ropa, ni embarcación a la vista,
sin rocas.
Quizá nos persiguen los espejos al evocar
la luz que nos deslumbra.
Dinamitemos el cristal que nos contiene.

Y si bailas...


Son las 11 en la catedral,
son tus noches preñadas de alquitrán,
o el ron si limón
que embalsama las gargantas.
Y fumas y apagas
volcanes sin lava.
Yo sonrojada de amapolas
llego impuntual, 
con la muñeca llena de arena,
sin horas.
El saludo enlentece
las sístoles, se funden los vasos,
y tus hielos y mis hielos
van quemando el olor
a primavera rota, que venía silbando.
Arden los rastrojos de otros inviernos
y amanece de madrugada,
y esta luna que guardas para mí,
entre los dedos. 
Descongela las miradas
que lloran sin tempo,
de risa y de miedo,
sonriendo.
Y si bailas acabará
la ropa en la popa
de tus ganas.
Y si bailo caerá
el alud que todavía guardas.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Desde este balcón


Desde este balcón que apenas hoy me sostiene sólo veo ruinas. Escombros de un edificio que antaño me cubría de sombras.
Dudo de todas las certezas que me colmaban el pecho y siento que es el momento de creer en nada, de clavar la pértiga y tomar impulso. Como si se tratase de dar un salto, como si genuinamente renovados nos diese por correr hasta agotarnos.
Sin embargo ni siquiera muevo los párpados, estoy quieta como un miembro más de este embarcadero de cuerpos, esta marea de voces que anudan jilgueros. Este océano.
Puede tal vez que te esté recordando, que las ruinas sean tus huesos y esa luz que ahora deja entrar el día en mi balcón me llene los ojos de aire, para verte sólo el cuerpo, para superar tu vientre de alquitrán, polvo y escarcha.
Rejuvenecer un poco más y morir de vieja, en el límite de este acantilado, desde este balcón.