por los cerros de Úbeda
me lleno certezas, que mienten.
En el número siete, un bar,
con vasos llenos
de una melancolía insana
rubia y con espuma
que puebla de canciones
un sol que no calienta,
que abrasa corazones.
Arden los móviles que no suenan
y en casa una ilusión aguarda
fronteriza y pintoresca,
sin prisa ni dueño.
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