balones, palomas,
cometas, disyunciones...
De mayores nos prohibió el psiquiatra
malvivir y aprendí contigo a descubrir
los andenes de los ojos,
el perfume del aquí, el sí.
Bajamos en ascensor al techo
y peldaño a peldaño
incumplimos el sueño.
Al volante del taxi ocupado
del olvido vaga el pasado
sin dinero.
Recuerdo sin nitidez tu pupila
erguida y la barba escueta sobre tus mejilla
de bebé, sin cuna ni olas.
Olivos y más olivos cuelgan
de mis pestañas al pensarte
envuelto en el mar
que enmudecía a nuestra espalda.
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