viernes, 20 de abril de 2012

Verborrea

En la frontera física de lo etéreo
nos hacemos cosquillas en el vientre
jugando entre dientes con palabras
que nos hacen compartir
cuando enmudecen.
El fango nos cubre las rodillas,
arcillosas, el alma siempre
de piedra es la imagen
estival de la primavera.
Y un gorrión sin ventana ni escalera
se posa en mi mordaza,
en mi verbena y vuela bajo el pez,
y burbujea, la idea de tu escarcha
en mi azotea,
la forma de tus brazos,
la luna en quiebra;
la crisis de tus pecas,
la primavera.
La rima con bilis de las peleas,
la clara sin yema de tus dilemas,
la suerte en el pecho,
mi verborrea.
Que muera la muerte en la carretera
que suban que bajen
que retrocedan
los que esperan el final
la mortaja , el parto
la nostalgia…el bar.


miércoles, 11 de abril de 2012

Escafandra

En la negatividad
del verbo imberbe,
te guiñaré ambos ojos,
me sumergiré
en la esquela bravía
de tus párpados y destruiré
montañas de sal reblandecidas;
con el sudor de un dios
de exquisito apetito
vástago del palpitar de olas,
mares, tifones y oxidadas escafandras
de vino y nueces, y mostaza.


martes, 10 de abril de 2012

(NO) Nos dieron las 10

Fue una noche tildada de festividad, de esas en las que enloquece la cordura dónde los árboles sin frutos maduran, infinitamente bellos. Tirita el alma dentro de un cuerpo que suda canciones y los dedos abrazan los vasos seduciendo su exquisito vidrio, devorándolos.
Buscamos fundirnos con la música y esos ojos, y el otro lado del colchón, el otro, hoy dormirá sólo. Hoy seremos dos, sin soles posibles, esta noche.
Tirita el alma cuando oscurece la luz y amanecen los besos que serán los hielos de este brebaje que nos recorre el gaznate.
Derretidas arden ya las promesas en esta intimidad compartida, sin premeditación, ni amor, ni alevosía.
Y después, siempre, los puntos suspensivos, los quizás, los quién sabe, jueces y parte de este allanamiento sin morada.
Nos deja la noche un sabor agridulce, entre sábanas y persianas un tacto escarlata nos colma de mieles y de nuevo sudamos canciones, esta vez acompañados, irremediablemente solos.
Se marchitan los bares, se derriten los hielos, pero este aroma, de nuevo este perfume de sueños, siempre nuevos, nos arrastra.
La piel, la boca, el torso, los ojos, los párpados, las manos, el cuello, los brazos… Más allá no encontramos nada, ni poemas, ni guitarras, ni mañanas.
Esto termina, esto acabó, como la mejor de las copas, como aquella canción en la que nos daban la 1, y las 2… En un pueblo con mar, una noche después de un desconcierto.

miércoles, 4 de abril de 2012

Bicicleta

Crece la hierba sobre mis zapatos, llenos de fósiles, sal y restos de insectos sin aguijón.
Florece un sol que difumina con sus rayos mi pupila y anticipa un día de sofocantes promesas, sin embargo me hallo impasible detrás de este invierno que me separa del mundo.
Sabiéndome eterna en aquel paseo tan cerca del mar y tal lejos del epicentro decido huir, siempre decido huir.
Coger la bici, llenar los pulmones y pedalear notando que el aire me descalza, me despeina el rumbo y, como las ruedas, giro hasta encontrar de nuevo el camino, mil veces andado, hasta la playa.
Hasta ese mar carente de oleaje que allana con su calma una orilla de artificios embarrada y extrañamente bella.
Ese mar.


martes, 3 de abril de 2012

Alma

Volátil criatura, déjame  tocarte
deja que el látex de mis manos
''El jóven y su alma''
 (Dibujo de Federico García Lorca)
te embriague el pecho hasta seducirte.
Sal a la luz, luz imaginada por todos
y llena de artificios,
luz ruidosa, penetrante; oscura.
¿Dónde te encuentras agavillada
si mis dedos exhaustos no te alcanzan?
Si estás sangrando…
Entre el corazón y la pleura te pensaba
y se esfuma ahora el anhelo infantil
de hallarte, tangible y asustada.
Para qué ese batallón de costillas
custodiando una nada,
llena de nadas.
Si estás sangrando…
Si ahora me colma las sienes
tu carne y mis ojos reflejan vísceras
y pieles sórdidamente opacas.
No queda tiempo, gran escondite,
he de marchame.
Y mi afán por encontrarte
será quizá bastante,
tal vez lejos de pulmones de hinojo
en la espina dorsal, en los ojos
o llena de músculos.
Te imaginaré de colores,
azabache o embarrada
según el día.
Mientras sigue colmándome la vista,
los estambres y las espinas.