jueves, 7 de junio de 2012

Reloj


Llueve, llueve sin mucha fuerza pero desde la ventana veo pasar gabardinas grises empapadas y paraguas protectores que gotean lágrimas recién plantadas.
Yo desde aquí no consigo mojarme, por más que los miro el agua no me toca, quizá debería quitarme el jersey y salir a danzar con ellos, puede que solo así consiga secar estas ganas de lluvia.
Además necesito un reloj, podría ir y comprarme uno, atarlo a mi muñeca y sentir que me mojo en el tiempo, que llora minutos esta gran nube negra que camufla hoy todos los soles.
Qué curioso es eso de llevar reloj.
Sigue lloviendo, y yo no soy capaz de soltar el lápiz y dar un paso. Pisar el charco y dejar de ser una estatua. Ya no quedan movimientos que imitar, es hora de reinventar los gestos.

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